Los codependientes son “adictos afectivos, los cuales dependen de otros para vivir, buscan gratificación en los otros como los adictos a la droga”. Son individuos que sienten un gran temor al abandono, necesitan aferrarse a otros incluso cuando la compañía les cause dolor. Por otro lado, el compañero del codependiente, estimula y propicia las conductas adictivas porque las necesita para afirmarse a él mismo. Este tipo de conductas las ejecutan las personas incluso sin darse cuenta, pues han sido conductas adquiridas a lo largo de su vida. Pero llega el momento en que uno de los dos empieza a romper este patrón, inicia el alejamiento y produce la crisis, lo que los lleva a cuestionarse, buscar ayuda y descubrir los patrones adictivos.
Cuando elegimos a nuestra pareja debemos de estar consciente de que elegimos su historia de vida, elegimos sus huellas de la infancia, depende de uno mismo tomar la responsabilidad de acompañar de forma sana o insana a nuestro acompañante. Lograr entender y crecer como adultos logrando sanar nuestras carencias emocionales para tener una relación estable definitivamente es una responsabilidad individual.
Como seres humanos que somos, es importante entender que las relaciones sanas son relaciones en las que la persona asume la responsabilidad de su propia vida y de sus acciones y acepta que en la relación se van a experimentar momentos felices y crisis que son necesarias para que la relación crezca, y que la felicidad no está en el otro, sino que depende de cada uno de nosotros, en definitiva, son relaciones en las cuales no hay temor sino libertad e independencia.
El apego, a diferencia del amor, se define como la inclinación, dependencia, afición o adicción hacia algo o alguien. Por ello, el apego (que forma relaciones codependientes) es una causa de sufrimiento porque esclaviza a las personas impidiéndoles ver la realidad; desde ese punto de vista, no hay apegos grandes o pequeños ya que todos son igualmente negativos. El apego es un sentimiento de pertenencia, posesividad, miedo e interés. Es el amor enfermo hacia la otra persona la que provoca la pérdida del norte de la propia vida a causa de estar pendiente del otro. Cuando sentimos apego respiramos el mismo aire de esa persona, queremos controlar lo que hace, dice y piensa, casi quisiéramos meternos en su propia piel para entender todo sobre la otra persona. Así, nos convertimos en un apéndice de la otra persona, perdiendo nuestra propia valía e independencia personal.
Hay personas que tienen relaciones afectivas enfermizas de las cuales no quieren o no pueden escapar. De manera más específica, podría decirse que detrás de todo apego hay miedo. Y es que la persona que está apegada a otra, nunca está preparada para la pérdida, porque no concibe la vida sin su fuente de seguridad (“sin él/ella me muero”).
No es insano en amar a una persona hasta el punto de que se haría cualquier cosa por ella mientras que ese “hacer cualquier cosa por ella” no afecte de ninguna manera ni a la identidad de cada uno, ni a los principios, ni a las metas ni a lo que es cada uno esencialmente.
El deseo mueve al mundo y la dependencia lo frena. El objetivo no es reprimir las ganas naturales que surgen del amor, sino fortalecer la capacidad de desprenderse cuando haya que hacerlo. El “sentimiento de amor” es una variable importante al tener una pareja, pero no es la única.
Una buena relación de pareja también debe fundamentarse en el respeto, la comunicación sincera, el deseo, los gustos, los valores, el humor, la sensibilidad y la amistad, entre otras.
El amor es energía, es sentimiento. El dinero no puede comprarlo. El contacto sexual no lo garantiza. No tiene absolutamente nada que ver con el mundo físico pero, a pesar de ello, puede expresarse. El amor es la demostración de cariño, afecto, pasión y admiración por el ser amado pero debe concebirse de una manera controlada, con sentido de lo propio y lo ajeno, con una distancia afectiva entre lo que es la propia persona y la pareja. Esta concepción nos armoniza al estar juntos y nos permite ser independientes y mantener el control de nuestra vida personal, ideas y proyectos.
Podemos amar con intensidad dándole el derecho que cada individuo merece, la libertad de seguir eligiendo, de crecer en lo profesional, de elegir las amistades etc. Cuando estamos desde una postura de querer o sentir que nos deben de cuidar o contener es porque estamos amando desde una parte infantil de vulnerabilidad emocional.
Así pues, debemos saber que querer algo con todas las fuerzas no es malo, convertirlo en imprescindible, sí. El buscarse a uno mismo, el quererse y el aceptarse son las bases para establecer relaciones sanas y realistas con los demás. El poder de una pareja, no lo tiene el que tenga más dinero, ni el más fuerte, ni el más inteligente, sino el que necesita menos al otro. Lo importante de una relación de pareja no es quién lleva las riendas sino cómo se llevan.
El amor es una elección y es individual, se siente, se piensa y se actúa de forma única, no depende de otros, es celoso porque al dejarlo y mirar a otro individuo dejas de mirarte a ti mismo y perderás lo más preciado tu LIBERTAD. El amor es único y solo se comparte no se desprende.
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